Teología
        para idiotas: Una aproximación irrespetuosa al problema de Dios. 
        
          
              
              
            Este irreverente retoque fotográfico
            demuestra que soy 100% ateo. Aunque si Dios tuviera tetas, la cosa cambiaría. | 
           
         
        1. La existencia de
        Dios. A vueltas con la maldita prueba ontológica. 
        A lo largo de la historia han sido cientos,
        miles, los pensadores que han dedicado su vida a intentar demostrar la existencia de Dios,
        ya sea por medio de la fe (método a priori) o mediante la razón (método a
        posteriori). Tanta gente dedicada a algo tan inútil sólo puede explicarse si
        tenemos en cuenta que en la antigüedad no existían videojuegos y que las mujeres se
        desnudaban menos que ahora. Ese debe ser, sin duda, el caso de San Anselmo (1035-1109),
        autor de la célebre "prueba anselmiana" u "ontológica", que dice lo
        siguiente: 
        "Si aquello mayor
        que lo cual no puede pensarse nada está en el entendimiento únicamente, aquello mismo
        mayor que lo cual nada puede ser pensado será algo mayor que lo cual es posible pensar
        algo." 
        Cojonudo, San Anselmo. Gracias por la
        ayuda. 
        A lo que se refería el capullo este es a
        que si Dios es lo más grande que puede ser pensado, no puede existir sólo en el
        pensamiento. Si así fuera, siempre podría pensarse en otro ser tan grande como él y
        además REAL, es decir: más perfecto, por lo que el ser más grande y posible no podría
        estar sólo en el pensamiento, porque de no ser real no sería ya el ser más grande
        posible. 
        Como se verá, este argumento de influencia
        platónica sirve tanto para demostrar la existencia de Dios como la existencia de un cubo
        de 500 m³ repleto de patatas fritas. 
        Santo Tomás de Aquino (1225-1274) ya
        rechazó esta prueba por estúpida y por funcionar a priori, e intentó resolver
        el problema de Dios a través del entendimiento, proponiendo así sus célebres
        "cinco vías". La primera de esas vías hace referencia al movimiento, y dice
        que "si todo lo que se mueve es, a su vez, movido por algo, si rechazamos seguir con
        esta sucesión hasta el infinito, hay que pensar en la existencia de un primer motor, algo
        no movido por nada y que, sin embargo, mueve". Ese "Primer Motor" sería,
        por supuesto, Dios. 
        El resto de las vías son muy parecidas, y
        aluden a la causalidad, a la necesidad, a los grados de perfección y a la finalidad. 
        El fallo de Tomás de Aquino es presuponer
        la misma existencia de Dios que pretendía demostrar. Si bien no parte de lo que él
        considera un hecho, como San Anselmo, al llegar a la idea de "Primer Motor" se
        planta satisfecho. Y eso es exactamente lo que sucede cuando, tras comentar alguien la
        teoría del Big Bang, salta un creyente pesado y dice: 
             - Vale, pero...
        ¿qué había antes del Big Bang y qué o QUIÉN lo causó? 
             - Ok, gilipollas:
        un tipo con barba que mandó a su hijo a la tierra para que lo clavásemos en un palo. No
        te jode. 
        Desde luego, hay otros métodos aparte del
        ontológico y de las cinco vías de Santo Tomás, pero casi todos derivan de estos dos y,
        además, resultan muy aburridos. 
        Si has llegado hasta aquí,
        ¡enhorabuena!, la diversión no ha hecho más que comenzar. ¡Más problemas teológicos
        te aguardan en el entretenido punto número 2! Pero antes... 
        Ejercicio de asimilación.
        Memorice las siguientes frases y repítalas en sus cenas con amigos: 
        - "Santo Tomás adapta las ideas de
        Aristóteles al cristianismo, tal y como ya hiciera San Agustín con las de Platón." 
        - "Si yo pienso en un cubo de tamaño
        extragigante de patatas fritas perfecto y a mi lado ahora mismo YA, éste necesariamente
        tiene que existir, pues entonces cabría pensar en otro cubo de tamaño extragigante de
        patatas fritas a mi lado ahora mismo ya AÚN MÁS PERFECTO, y eso sólo sería posible con
        Carrie-Anne Moss desnuda dentro." 
        
          
              
              
            Algo me dice que me estoy pasando.
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        2. Si Dios no existe,
        ¿he de devolver los regalos de mi primera comunión? 
        Otros métodos utilizados a lo largo de la
        historia para "demostrar" la existencia de Dios - y, por razones obvias, no
        comentados en el punto número 1 - se basaban en conceptos tan peregrinos como la
        tradición o la intuición, y es precisamente la intuición del ser humano en pleno siglo
        XXI la que debería bastar para refutar la posibilidad de un Dios. 
        Friedrich Nietzsche (1844-1900) ya
        proclamó hace cien años - por boca del sabio Zaratrusta - lo de "Dios ha muerto". Muchos aducirán que para ello Dios tenía que estar vivo antes, cuando eso
        resulta lo de menos: lo importante es que Dios, a partir de determinado momento de la
        historia, deja de ser necesario. Es posible que el argumento de "si Dios no es necesario es que no existe" sea tan discutible como los galimatías ontológicos que intentaban
        probar lo contrario, pero a poco que uno mire a su alrededor se dará cuenta de que la
        frase parece bastante acertada. 
        Desde los tiempos de Nietzsche Europa ha
        asistido a dos guerras mundiales, al intento de exterminio de varias razas, y a catorce
        reposiciones completas de "El Príncipe de Bel Air", y, de algún modo, todo ese
        horror la ha vuelto descreída. Culturas como la norteamericana, capaces de creer que la
        lucha libre es un deporte, siguen, sin embargo, siendo tan religiosas como antes. Sé que
        las comparaciones son odiosas, pero esto ya bastaría por sí solo para demostrar que -
        sociológicamente hablando - creer en Dios es de (pueblos) idiotas. 
        Inseparables de la idea de Dios son sus
        atributos: infinita bondad, infinito poder e infinita
        sabiduría. Dichos atributos, si bien no tienen que ver
        directamente con el problema de su existencia, han sido muy utilizados para rebatirla: 
        - Si Dios es infinitamente bueno, ¿por
        qué permite que existan las guerras? 
        - Si Dios es omnipotente, el ser humano no
        es libre. Si no es libre, el ser humano resulta, por tanto, inocente, lo que
        necesariamente convierte a Dios en culpable. Al muy cabrón. 
        Dudar de los atributos de Dios no tiene
        porqué suponer una negación de su existencia, aunque la alternativa que resulta de
        hacerlo es horrible: pensar en un Dios que crea el mundo como ejercicio de soberbia o un
        Dios sádico que disfruta del sufrimiento aquí abajo no consuelan mucho más que la idea
        de vacío, la verdad. Así que tengamos confianza en el futuro y pensemos que después de
        muertos, nada: una plácida y absoluta nada igual para todos, democrática e igualitaria
        hasta las últimas consecuencias. 
        Ejercicio de asimilación.
        Memorice las siguientes frases y susúrreselas a la churri cuando estén los dos en la
        cama: 
        - "Si Dios no existe follar ya no es
        pecado, nena." 
        - "No, así no. Mejor a cuatro
        patas." 
        
          
              
            De tener Dios idea de marketing iba a dejar a
            la hermana Leonora tocar la guitarra... | 
           
         
        3. El triste papel de la
        Iglesia Católica en nuestros tiempos. 
        Dos factores tuvieron a bien coincidir
        durante la Edad Media: el apogeo del poder de la Iglesia y las más espectaculares
        muestras de estupidez de las que el ser humano haya sido jamás capaz. Desde entonces - si
        bien a ritmos distintos - tanto lo uno como lo otro han ido declinando, y ya ni creemos ni
        pretenden hacernos creer que la Tierra sea plana, que el Sol gire alrededor de nosotros, o
        que el hombre esté hecho de arcilla y se derrita al mojarse. 
        Además de retrasar el progreso humano
        durante quince siglos a base de mandar a la hoguera a las mentes más notables de nuestro
        viejo y sufrido continente, la Iglesia ha sido responsable de expolios, latrocinios y
        vergonzosas colaboraciones. Eso, unido a una total falta de transparencia y a un
        secretismo propio de épocas más oscuras, explicaría porqué se ha devaluado tanto la
        imagen de la institución. Para rematar, los casos de beatificación y canonización de
        adeptos a diversas dictaduras, el descubrimiento de inversiones en dinero negro y los
        numerosos casos de pederastía destapados en los últimos años tampoco han ayudado mucho. 
        Un ser infinitamente bueno, poderoso y
        sabio - o al menos uno no completamente gilipollas - preferiría hablar por boca de un
        comentarista de la prensa del corazón adicto al crack que por el integrante de una
        organización como la Iglesia. 
        El problema actual de la Iglesia radica en
        la forma y el fondo de su mensaje. Da la sensación de que su mundo no sea el nuestro, y
        bien podría no serlo: una institución anclada en el siglo XII poco o nada tiene que
        decir a una sociedad que cambia tan rápidamente como la nuestra. Así, mientras millones
        de seres humanos conviven con la amenaza del Sida, la Iglesia propugna la castidad y
        demoniza el preservativo. Uno ya no sabe si es más pecaminoso follar con preservativo
        fuera del matrimonio o follar sin él..., de nuevo fuera del matrimonio. 
        Otros asuntos, en los que políticos,
        medios de comunicación, asociaciones de barrio y jurados de misses parecen estar de
        acuerdo (la homosexualidad, la pena de muerte, o la necesidad de abordar el problema de la
        pobreza desde otra perspectiva distinta a la caridad) parecen no entrar en los planes
        inmediatos de la Iglesia. 
        Por todo esto, a la humanidad - a esa
        humanidad juzgada por nacimiento culpable - le iría mucho mejor si a los obispos les
        diera por gestionar exclusivamente el vasto patrimonio artístico de la Iglesia y mutaran
        en bedeles de museo, y dejaran de una vez por todas de arbitrar ciertas cuestiones morales
        que no les competen. 
        Pero seamos comprensivos y concedámosles
        lo que ellos nunca le concedieron a nadie: un poco de paz. Después de todo, resulta
        lógico pensar que una organización formada íntegramente por hijos de Dios acabe
        cometiendo fallos propios de hijos de perra. 
        Ejercicio de asimilación.
        Memorice las siguientes frases y estámpelas en sus camisetas menos horrendas: 
        - "Mi hermano pequeño se fue de
        colonias con los curas y lo único que volvió de él fue esta estúpida camiseta." 
        - "Obispo el que lo lea." 
        
          
              
             Sois
            muy libres de creer en lo que os plazca. Yo, por ejemplo, creo en Boba Fett y en el
            uniforme cojonudo de los soldados imperiales. | 
           
         
        4. Si la idea de Dios es
        una patraña, ¿en qué creer? 
        Por supuesto, el hecho de que Dios no
        exista o que la Iglesia esté formada por homosexuales psicóticos no es óbice para dejar
        de creer. Desde el principio de los tiempos la gente ha depositado su fe en cosas
        absolutamente estúpidas, como los espíritus, los OVNI, las psicofonías, el Fútbol Club
        Barcelona o las películas noruegas con subtítulos, y nada de eso es, a priori, mejor que
        la historia de un Dios que son tres cosas siendo una. 
        La libertad individual debería estar,
        pues, por encima de la razón. Ahora bien, esa libertad es vulnerada en el momento en que,
        desde la infancia, se nos inculcan una serie de creencias, como en la jodida catequesis,
        palabra que seguramente proviene del latín y que en su tiempo debía servir para nombrar
        una horrible enfermedad venérea. 
        Lo ideal sería que cada uno creyera lo que
        le diera la gana y no se lo dijera nunca, nunca a nadie. Total, a quién le importa. Creer
        y callar, y permitir. No es casualidad que los dos mayores imperios que ha conocido la
        historia (el griego de Alejandro Magno y el romano) se construyeran a partir, no ya de la
        tolerancia, sino de la completa indiferencia hacia las creencias y costumbres de los
        pueblos sometidos (las religiones politeístas siempre resultaron ser más prácticas y
        menos fanáticas). 
        Tal vez la solución a los problemas
        religiosos actuales pase por contratar a un escritor de best sellers y encargarle una
        epopeya al estilo Homero, donde Dios, Yahvé y Alá se follan los unos a los otros y, como
        resultado, tienen descendencia. El libro resultante podría llamarse "La Biblia ][: Apocalípsis Sodomita" o "Corán,
        2º parte. Ayatollah como puedas", y con él
        garantizaríamos muchos años de paz en la Tierra y algunos más si también se hiciera en
        peli, en plan "Ben-Hur" pero con sables láser y música chula y todo eso, y que no
        se llamara "La Amenaza Fantasma", que no mola. 
        Ejercicio de asimilación.
        Memorice las siguientes frases y grítelas en la próxima misa del gallo mientras sostiene
        una pistola láser, o algo: 
        - "Darth Vader y el comandante Pickard
        vendrán y os llevarán por delante, ¡infieles!" 
        - "¡Stanley Kubrick es Dios! ¡A MÍ
        LOS FRIKIS!" 
        
          
              
              
            Y con esta absurda foto damos por concluido
            este gran artículo.
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        5. A little
        recapitulation. ¿De verdad era necesario todo esto? 
        Gracias a este fenomenal trabajo hemos
        conocido las no pocas bondades intelectuales de San Anselmo, Santo Tomás de Aquino y Fede
        Nietzsche (aunque muy por encima porque esto es una página de humor y lo cierto es que a
        nadie le importan mucho los tres tipos mencionados). 
        Lo importante es que las fotos que
        acompañaban el texto resultaron ser muy divertidas y entretenidas, y además se incluía
        un fotograma de "El Imperio
        Contraataca" donde salía Boba Fett acompañado
        por dos soldados imperiales. Por no mencionar que en un párrafo se citaba de pasada y sin
        venir a cuento a Carrie-Anne Moss. 
        Tal vez haya quien objete que de un
        artículo sobre teología cabría esperar algo más de rigor filosófico, pero qué
        diablos, apuesto a que Kant no te hacía vomitar de la risa con sus textos. 
        Ejercicio de asimilación.
        Memorice las siguientes frases y tatueselas en la frente YA PERO YA: 
        - "Kant apesta." 
        - "¡Viva Poetamaldito.com!
        ¡Viva!" 
        NOTA: La prueba definitiva de que Dios
        existe me ha sido revelada tras concluir este artículo, y es que desde entonces no paran
        de ocurrirme pequeños accidentes: golpes en la rodilla con la puerta de la nevera,
        resbalones en la ducha y, lo que es peor, un aumento en el alquiler del piso. Esto
        vendría a demostrar la cada vez más extendida teoría de que Dios es un personaje
        idiota, y que, probablemente, sea un dibujo animado. 
        2002, Carlos Miguel Ruiz 
        SECCIÓN DE HUMOR 
        POETAMALDITO.COM  |