Videojuegos olvidados

Un fascinante viaje al centro de la historia del entretenimiento electrónico, en tu propio idioma.

GALAXIAN. Año: 1979. Casa: Namco.

"We are the Galaxians. Mission: destroy aliens"

"SOMOS LOS GALAXIANS.
MISIÓN: DESTRUIR A LOS ALIENÍGENAS."

"We are the Conguitos and we taste suppa"

"SOMOS LOS CONGUITOS,
Y ESTAMOS REQUETEBIÉN."

Probablemente GALAXIAN fuera mi primer videojuego. No es que llegara a tenerlo nunca en algún ordenador, plataforma, etcétera, pero la cantidad de monedas de cinco duros de mi pobre y paciente padre que invertí en esa máquina mientras esperábamos los dos el autobús del colegio en aquella granja-bar de la calle Aribau, servirían ahora para comprarme la recreativa, el maldito autocar que siempre llegaba demasiado pronto, el local entero donde esperábamos, y una vida más próspera, seguramente.

Mis ojillos liliputienses alucinaban con aquel juego de luces tan hipnótico y esa orquesta de *beep beep beep* que para mí era como la banda sonora de la felicidad.

La frase "WE ARE THE GALAXIANS. MISSION: DESTROY ALIENS" me daba la bienvenida cada mañana, y yo no sabía qué diablos quería decir, pero sospechaba que, de un modo u otro, debía encerrar el secreto de la felicidad.

El tiempo pasó, cambié de colegio, y las recreativas evolucionaron. También aprendí inglés.

Así, cuando el arcade de Galaxian y yo nos reencontramos unos años después, todo había cambiado y, sin embargo, las cosas seguían siendo iguales entre nosotros: el ritual de los cinco duros, la mano aferrada al mando, los ojos bien abiertos, y el coro celestial de *beep beep beep*.

Pero yo no leía "Somos los Galaxians. Misión: Destruir a los alienígenas" y sí, en cambio, algo fantástico y personalizado, como las camisetas cutres de los parques de atracciones, algo como: "Hola Carlos, tío, cuánto tiempo, joder, bienvenido de vuelta a la dulce, dulce infancia".

CÓMO JUGAR HOY A GALAXIAN: La opción más razonable es visitar Mame.dk y hacerte con el emulador MAME y una rom de GALAXIAN.

Una foto muuuuuuuy antigua

2002, Carlos Miguel Ruiz

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