Hoy, en "Grandes Relatos": "La Conquista Espacial"

Y todo porque el otro día me vi "2001: Una Odisea en el Espacio" bajo los efectos de VOY HASTA EL CULO DE MARÍA

Astronauta con Stolichnaya Astronauta con Stolichnaya

Siempre quise ser astronauta, desde que era niño: llevar, cubierto de pegatinas, un traje hinchable y superchulo que me hiciera quince tallas más grande, y caminar con él por el espacio, visitando mundos repletos de aventuras, princesas ardientes y rayos láser, exactamente igual que en Flash Gordon, pero con menos música de Queen de fondo.

Por aquel entonces todavía era inocente, recuerdo. El Cosmos me fascinaba. Debía tener doce años y apenas pensaba en lo mucho que se liga cuando se ha estado en la Luna saltando, y ¿sabéis porqué? Pues porque los motivos de mi fascinación por el espacio eran más puros que una piscina repleta de mujeres desnudas. A mí me importaban cosas más elevadas, como la ciencia, el conocimiento y decirle a los extraterrestres que podían llevarse a todos los habitantes de la Tierra y ponerlos en latas de atún o lo que fuera que hicieran, pero que dejaran en paz a mis padres al menos hasta que cumpliera 34 años, edad en la que tenía pensado independizarme.

Desde el principio tuve claro que para ser astronauta tenía que comprarme un telescopio. Estaba obsesionado, no quería otra cosa: con tal de llevar a mis padres hasta la óptica del barrio, estudié e hice camas durante seis jodidos meses. Seis.

Todo para que el cretino que trabajaba en el puto Visionlab le dijera a mis padres que si no iba a utilizar el telescopio en el campo no valía la pena comprarlo, porque en Barcelona la única estrella que podía verse era a Montserrat Caballé cuando iba de camino a la ducha, y eso sólo si la noche era clara.

Así que me compraron un microscopio. En plan, un microscopio, yupi. "Mira qué cabeza tan grande tiene esa mosca", y todo eso.

Misterio insondable Puta cabeza de mosca

Podía haber gastado las noches de mi infancia contemplando nebulosas como la de la fotografía de la izquierda, pero tuve que conformarme con cabezas de moscas.

De modo que, para sublimar mi deseo de conocer las estrellas, me vi abocado a la "tortura" de jugar durante cuatro años seguidos al mejor videojuego de la historia, Elite. Por supuesto, también leí todos los artículos y libros de astronomía que cayeron en mis manos, y videé todas las pelis de ciencia ficción habidas y por haber.

Fue sólo a los veintidós años cuando descubrí que, decididamente, jamás iba a desempeñar un papel relevante en la carrera espacial. Y es que la habilidad para ridiculizar a las personas que me caen mal y el superpoder de olvidar los nombres de las mujeres con las que me acuesto no son de gran utilidad cuando un transmisor se jode a 300.000 kilómetros de altura, reconozcámoslo.

Este pensamiento tan asombrosamente lúcido me tuvo deprimido durante un tiempo, porque lo cierto es que ninguna de estas dos virtudes mías me hacían útil para nada.

De hecho, no sólo no me hacían útil, sino que me incapacitaban completamente para cualquier otra cosa que no fuera jugar a videojuegos o pedirle dinero prestado a mi pareja para pasar la noche fuera de casa bebiendo alcohol sin ella.

FUCK YOU, NASA!

Pero lo he superado y ahora puedo decir que estoy bien, gracias a Dios.

Ahora, por fin, pasados los años, puedo mirar atrás y alegrarme de no estar allá arriba, en el Cosmos, entre las estrellas. Porque tal vez ser astronauta pueda parecernos - e incluso resultar - muy romántico y apasionante pero, qué diablos, ser escritor en paro tampoco está tan mal. Por lo menos cuando voy al lavabo no he de tenérmelas con la falta de gravedad.

Porque la ingravidez puede ser muy divertida vista desde fuera, pero no es sólo: "Oh, qué chulo, estoy flotando". La ingravidez también es: "Oh, mierda. Eso TAMBIÉN flota!". Por eso cuando vas al lavabo en el espacio te tienes que autosometer a un enema. Y para aquellos que no tengan un diccionario a mano, aclarar que un enema es una sencilla operación médica que consiste en introducir un tubo de plástico en un extremo de tu aparato digestivo, y no, no me refiero al extremo que tiene dientes. Así que, a no ser que seas astronauta bulímico o algo, los viajes espaciales son *UNGH* incómodos.

En cambio, "2001: Una Odisea en el Espacio" en el salón de tu casa, con las luces apagadas y un canuto en la mano, es toda una gozada.

"Historia de la carrera espacial explicada para niños y donde la perra Laika no muere."
Goebbels diciendo: "Ich bin eine kartoffel und ich habe eine rakete!"

La carrera por la conquista del espacio comienza tras la 2ª Guerra Mundial, cuando varios científicos alemanes emigran a los Estados Unidos, donde ven permutada su condena a muerte por su pasado como criminales de guerra nazi, a cambio de compartir con los norteamericanos sus extensos conocimientos sobre balística y cohetes. Este dato no es del todo correcto y seguramente encontraréis en casa algún libro que explique la historia exactamente tal y como fue, pero mola más como yo lo cuento, así que sigo.

Por aquel entonces, el mundo estaba dividido en dos bloques: uno, el occidental, donde los buenos que hacían surf y comían hamburguesas habían hecho las paces con algunos nazis que ahora eran simpáticos, y dos, el bloque comunista hijodeputa, donde cuatro gordos cabrones vivían a cuerpo de rey mientras unos pocos millones de nada flipaban con expresiones como "plan quinquenal", "Gulag" y "trabajos forzados en Siberia".

Los buenos buenísimos y los malvados comunistas tenían la costumbre de jugar al ajedrez con el planeta, hasta que un día se quedaron sin penínsulas asiáticas y repúblicas bananeras y decidieron que había que conquistar el espacio.

Desde un principio, a ninguno de los dos bandos le animó el deseo de ser realmente el primero, sino el miedo a ser el último, lo que demuestra, una vez más, que la paranoia siempre es productiva.

El primer tanto en este duelo que habría de durar doce años, fue para los russkies, cuando, el 4 de octubre de 1957, pusieron en órbita el primer satélite artificial, al que bautizaron "Sputnik" ("satélite", en ruso).

La perra de Laika

La perrita Laika sobrevivió a 45 años sin oxígeno, alimento, espacio y temperatura exterior adecuada, y en la actualidad da conferencias y es muy feliz.

El segundo gran hito de la década llegaría sólo un mes después, cuando el mismo equipo científico lanzó al espacio un nuevo Sputnik mucho más pesado que el anterior, entre otras cosas porque contenía en su interior a una perra, con perdón.

Por supuesto, se trataba de Laika, un animal cuya gesta inspiraría décadas después una canción especialmente repulsiva de Mecano, titulada también "Laika".

Pero volvamos a la astronomía: No contentos con el éxito conseguido con el primer y segundo Sputnik, los malvados soviéticos golpearon de nuevo cuatro años más tarde.

Era el 12 de Octubre de 1961, y Yuri Gagarin, a bordo de la nave "Vostok" ("Oriente"), se convertía en el primer ser vivo que visitaba el espacio y no recibía una canción de Mecano a cambio.

De vuelta a la Tierra, y preguntado por el aspecto que ofrecía nuestro planeta desde el exterior, el cosmonauta ruso declaró: "Desde las alturas del Cosmos, tovarichs, la Tierra se ve nítidamente. Se distinguen las islas y la costa, y se aprecia claramente la gloria y el esplendor del Partido."

Los norteamericanos, mientras tanto, alucinaban mucho y no sabían cómo reaccionar, hasta que en ese mismo año de 1961, en un apasionante discurso televisado a toda la nación, John F. Kennedy promete poner a un compatriota en la Luna y hacérselo con Marilyn Monroe antes de que finalice la década.

"Buzz" Aldrin El Eagle Aldrin a punto de poner el pie en la Luna La primera huella del hombre en la Luna "Buzz" Aldrin La Tierra vista desde la Luna

El 20 de Julio de 1969, el modulo lunar del Apollo XI
llegaba a la Luna.

Dicho discurso resultó ser profético pues, efectivamente, tras ocho años de pruebas y algún que otro fracaso - como el del Apollo I, donde murió hasta el apuntador -, John F. Kennedy consiguió acostarse con Marilyn Monroe un montón de veces y, aunque para entonces los dos estaban muertos y enterrados, el hombre llegó a la Luna.

Era el 20 de Julio de 1969, y el evento fue convenientemente retransmitido por televisión y narrado, al menos en España, por el grandísimo Jesús Hermida.

Millones de seres se asomaron aquella noche a su aparato de televisión para ver las borrosas, casi fantasmagóricas, imágenes de Neil Armstrong descendiendo la escalerilla del modulo lunar del Apollo XI y posando su pie en el Mar de la Tranquilidad. Su frase: "Un pequeño paso para el hombre, un gran salto para la Humanidad" quedó grabada para siempre en la historia.

Su compañero "Buzz" Aldrin, en cambio, fue un poco más allá en términos de no ser un soso hijo de puta cuando, entre saltos de alegría, exclamó: "Hermoso, hermoso... ¡Qué magnífica desolación!".

Por desgracia, los 34 años de carrera espacial que siguieron a aquel primer viaje del hombre a la Luna resultaron ser absolutamente NO-espectaculares, así que la redacción de Poetamaldito.com (yo) ha decidido presentarlos junto a la silueta de una cheerleader con pompones:

"Momentos destacados de la carrera espacial tras la llegada del hombre a la luna, o algo." Cheerleader con pompones

Pero ¿qué nos depara el futuro y qué podemos esperar de los próximos años?

Pues, de momento, cierta incertidumbre, debido a la reciente tragedia del Columbia y a las muchas reestructuraciones que habrá de sufrir la NASA.

A largo plazo, todo pasa por seguir desarrollando la Estación Espacial Internacional (ISS) y, más adelante, asentarse en la Luna. La necesidad de recortar gastos hace necesario ahorrar combustible, y el momento en el que más se consume es precisamente en el despegue. Si se pudieran lanzar las naves desde nuestro satélite o desde el mismo espacio, donde la velocidad de escape (la velocidad necesaria para contrarrestar la fuerza de atracción del planeta) es mucho menor, dicho ahorro sería considerable.

Cuando esto se consiga, el ser humano será capaz de emprender proyectos hasta ahora impensables por costosos, como poner el pie en Marte o visitar algunas lunas de nuestro sistema solar, cosa que sería COJONUDA y que en absoluto expandiría el ámbito de la estupidez humana, como dijo el gilipollas de Bertrand Russell en 1969, sino que, bien al contrario, lograría que todas nuestras tonterías quedaran un poco más repartidas.

En todo caso, el verdadero reto que afrontamos en este nuevo siglo no es otro que mantener y superar el ritmo de innovación tecnológica conseguido durante los últimos cuarenta años, y hacerlo en un marco de distensión y cooperación internacional bien distinto al de la guerra fría.

Luke, yo soy tu padre

Chiste Avant-Garde ligeramente inspirado en STAR WARS.

"Por qué oh por qué es necesaria la investigación espacial?"

Son muchos los que creen que invertir en la conquista del espacio es tirar el dinero y preferirían ver la pasta que se va en cohetes, brazos mecánicos y material reflectante destinada a asuntos más acuciantes, como la educación, la sanidad, la solución del hambre en el mundo, condones gratuitos o, qué sé yo, la desparasitación de los últimos hippies que quedan en Ibiza, objetivos todos en verdad muy loables (en especial lo de los hippies).

Pero, claro, si nos ponemos en plan trascendente y con ese mismo argumento, resulta que todo está de más: el fútbol y otros deportes, las perreras municipales, la doble puesta de sol en STAR WARS, los quioscos de churros con chocolate los sábados y domingos a las 8 de la mañana, las pelis de Lars von Triers, y, mein Gott..., esta página.

Puede que sea cierto que las pelis de Lars von Triers sobran, más que nada porque: A) a mí no me gustan y B) sólo sirven para quedarse dormido en el sofá del salón, pero vamos a dejar una cosa clara desde el principio: Invertir en investigación espacial NO ES tirar el dinero. No es como coger un maletín con miles de millones de dólares y arrojarlo al espacio mientras dices "adiós" llorando, no. Ese dinero no desaparece: va a parar a una industria y, finalmente, a unas personas que, como buenos consumidores, lo gastarán a su vez en, hmmm..., chalecos. Así que cuanto más ganen, más chalecos comprarán. Existe una clara diferencia entre: A) Tirar el dinero y B) Comprar chalecos.

No, los chalecos fueron un ejemplo estúpido.

Pero es que, aunque fuera tirar el dinero - QUE NO LO ES -, siempre será necesario estudiar nuestro entorno, porque sí, porque eso nos coloca en nuestro sitio, en nuestro punto exacto. Gracias a la astronomía y a la carrera espacial sabemos ahora que no somos el centro de nada, que ocupamos sólo un rincón oscuro, olvidado y maloliente del Universo, que nadie nos ha elegido, y que de nada sirve creer en razas y nacionalidades, ni en fronteras estúpidas, ni en religiones aún más estúpidas.

Y para aquellos a los que no les valga esta razón tan bonita, sniff, y tampoco quieran saber nada de A NUESTRO JODIDO PLANETA LE QUEDAN DOS TELEDIARIOS Y PRONTO TENDREMOS QUE COLONIZAR OTROS MUNDOS, exponemos a continuación, y en tono de comedia, una serie de utilidades y usos prácticos presentes, pasados y futuros que conseguirán amortizar el terrible, oh terrible gasto que supone la investigación espacial.

"Algunos usos prácticos derivados de la investigación espacial."

Tras un arduo proceso de documentación a través de Internet en el que he invertido dos minutos, he descubierto que la investigación espacial nos ha proporcionado un montón de cosas cojonudas, como el teflón antiadherente de las sartenes, los pañales desechables, los electrodomésticos sin cable, las papillas y el café soluble. Sé lo que estáis pensado: si pusiéramos todos estos inventos juntos en un maletín tendríamos en nuestras manos algo así como el kit 007 de la señora de hacer faenas. Jaja, podéis reiros si queréis, jodidos, pero sin estos pequeños grandes avances, nuestras vidas serían la patética pérdida de tiempo que ya son en realidad, sólo que nos daríamos cuenta de ello mucho más a menudo.

Pero si algo ha contribuido a la realización del hombre moderno más que cualquier otro factor en los últimos treinta años, incluyendo Internet y la posibilidad de conseguir porno japonés de manera anónima, ha sido la investigación espacial, principalmente, por los satélites. Los satélites son grandes aparatos de metal que sirven para contener perros en su interior, y que nos permiten disfrutar de incontables canales de televisión, telefonía móvil, información meteorológica en tiempo real y servicios GPS especialmente diseñados por si te pierdes en mitad del Pacífico en una balsa hecha de cañas de bambú y te llamas Kittin Muñoz.

¡Zapatillas de mercadillo con tira de velcro! Fashion que te mueres

Y por fin llegamos al momento estelar... ¡EL VELCRO! Jaja. Nunca, nunca podremos agradecerle lo suficiente a los ingenieros de la NASA por este maravilloso invento que, sin duda, merece entrar como número uno absoluto en el ranking de tecnologías espaciales que algún día salvarán a la Tierra del impacto de un meteorito, y que todos recordaréis gracias a su aplicación más celebrada: Sustituir a los cordones en las zapatillas de mercadillo.

Las zapatillas de mercadillo con tira de velcro son tan cojonudas que por sí solas bastarían para justificar catorce años de presupuesto aeroespacial. Y es que después de una mujer absolutamente desnuda no hay nada más deseable que otra mujer absolutamente desnuda calzada con unas bambas con tira de velcro. El velcro en el calzado no es sólo cool, futurista y hace de nuestros pies algo mucho más digno de introducir en la boca de otras personas, sino que además hace "fris fris" cuando te descalzas.

Lo cierto es que la NASA no consigue inventar nada a la altura del velcro. El velcro es un icono de los años 80, al igual que Michael Jackson negro y que las pelis buenas de STAR WARS. El velcro es un antes y un después en la historia de la agencia espacial. Por eso la NASA ha cambiado su política de comercialización de patentes por el modelo de "explotación de servicios".

El ejemplo más claro es el llamado "turismo espacial", que consiste en pasear por la atmósfera a ricos e inútiles herederos y cantantes de pop para adolescentes con la secreta esperanza de que haya un terrible accidente allá arriba y se mueran, pero esto es muy poco imaginativo.

Lo que necesita la NASA es recuperar el espíritu emprendedor y la visión comercial que una vez hizo posible el descubrimiento del velcro. Sabiendo que la gente adora el espacio y que sería capaz de comprar cualquier objeto que hubiera estado en contacto con otro objeto que hubiera estado cerca de algo que una vez estuvo en el espacio, se puede vender lo que sea, cualquier cosa. Desde piedras de la Luna, a vacío espacial embotellado, pasando por pelo púbico de la prima de un astronauta. O el hielo de Marte, por ejemplo. El hielo de Marte podría proporcionar la mitad de los cubitos de hielo que necesitan las fiestas pseudo-intelectuales en Barcelona, donde siempre hay algún colgado disfrazado de David Bowie cuando David Bowie iba disfrazado de marciano gay.

Mi amigo Mac Pelirroja cachonda

Otra espectacular forma de negocio en el futuro serán las películas pornográficas en el espacio. No quisiera ser muy gráfico al respecto porque podría haber menores leyendo esto, pero si a títulos como: "2001, UNA ORGÍA EN EL ESPACIO", "ALIEN TRIO: EN EL ESPACIO TUS FLUIDOS CORREN LIBREMENTE" o el ya clásico STAR WARRAS se le añadieran un par de escenas de acoplamiento entre una cápsula nodriza repleta de azafatas lesbianas y un transportador espacial en forma de consolador, os aseguro que la atención de mis hormonas estaría más que garantizada.

Las posibilidades, al menos, son infinitas: strip-teases en gravedad cero a ritmo de una fanfarria de John Williams, números lésbicos en la cámara de hibernación, graciosas confusiones con la expresión "polvo lunar" que acaban con pollas en la boca, e ingenieros grasientos que recorren años luz para arreglar las cañerías de una jodida nave que no las tiene.

Hasta se podrían desarrollar variantes aún más ingeniosas incluyendo escenas sin venir a cuento de un muñeco de E.T. forzando a una falsa pelirroja o, ya en un registro distinto y descaradamente más gay, a Mac de "Mi amigo Mac" follándose a un astronauta.

Pero lo mejor serán los tours al espacio para gordos, vendidos como régimen para adelgazar por e-mail, y con encabezamientos agresivos:

Estimado cliente electrónico del que no teníamos datos previos antes:

¿Harto de ser gordo y de que todo el mundo se refiera a usted como el gordo y de que, honestamente, el puto gordo vaya a ser el nombre al que se le asocie siempre?

¡Reduzca su peso 7 veces en nuestro balneario especial, donde podrá hartarse de rost-beef, hamburguesas y donuts rellenos de mermelada, y ganar sólo 38 gramos*!

*En la Luna.

Por supuesto, el mayor obstáculo al que se enfrentaría mi plan TOURS AL ESPACIO PARA GORDOS sería el de acelerar el culo de la clientela hasta alcanzar la velocidad de escape, pero esto podría solventarse fácilmente atándoles a los clientes cohetes suplementarios no masticables en la cintura, y rezar durante el despegue para que aun así no se los coman.

Recreación de mujer comiendo hamburguesa

Otro pequeño contratiempo podría darse en el supuesto de que algún cliente abandonara por accidente la órbita de nuestro planeta y fuese a parar a la de Júpiter: y es que, si a la ya increíble masa de este planeta se le añadiera el peso de, pongámosle, un par de gordos, el incremento de la gravedad podría hacer que nuestro sistema solar se colapsara, lo que sin duda supondría el fin de la vida en nuestro planeta, salvo por las ratas y las cucarachas, y dos o tres gordos persiguiéndolas para comérselas.

Problemas logísticos aparte, es más que evidente que la explotación del espacio seguirá a la exploración del espacio. Si el universo es infinito, las posibilidades de negocio son también infinitas. La gente en la Tierra ya comercia con cualquier cosa, así que, ¿por qué no habría de hacerlo en el futuro con todo lo relacionado con el espacio?

Afortunadamente, todavía queda sitio para algo de idealismo. Uno de los grandes sueños de la humanidad ha sido siempre contactar con una civilización extraterrestre, quizá su mayor sueño. Ahora hablamos en serio. ¿Cuánto podría valer eso? ¿Se le puede poner precio a algo tan soñado por el ser humano como establecer comunicación con otra raza, con otra inteligencia? No sé, maravillarse ante otra visión del universo y de la vida, ver si tenemos algo en común. Preguntarle al bicho de Roswell, a un tipo de Vulcano y a una colección de monolitos en qué depositan sus creencias. Si tienen religión, por ejemplo, o si componen música. Si escriben literatura, o si recitan poesía; si tienen, tal vez, algo remotamente parecido a nuestro arte. ¿Qué pensarían de nuestro "2.001", o de la 9ª de Beethoven, o de "Crimen y Castigo"? ¿Se emocionarían con el "Paranoid Android" de Radiohead?

Todo esto, que sería muy bonito, también resultaría compatible con consultas bastante menos gays, como: "Y vosotros qué pondríais en el lalalala "Jerez - Salamanca" de esta semana?"

"Aclaraciones".

Este artículo ha sido posible gracias a varios libros de astronomía de los que recorté las fotografías cuando era pequeño, así que había partes del texto que faltaban: cualquier error presente en este trabajo se debe a este hecho y no a mi habitual falta de rigor.

La conclusión que debería desprenderse de la lectura de esta página es que contemplar el cielo de noche es mejor que mirar la tele a cualquier hora.

Por último, quisiera aclarar que, si bien siempre quise viajar al espacio y visitar otros planetas, también tengo otras ilusiones, como estudiar ginecología y follarme a Brenda Walsh.

Brenda Walsh Brenda Walsh

NOTA: Muchas de las imágenes que ilustran este artículo han sido tomadas del programa Celestia, una especie de cojonudo navegador del universo para tu imperfecto sistema Windows. Poner aquí un enlace a su página oficial, más que una obligación, es todo un enlace.

Boba Fett + Breakdance = KEWL

2003, Carlos Miguel Ruiz

SECCIÓN DE HUMOR

POETAMALDITO.COM