Videojuegos olvidados

Un fascinante viaje al centro de la historia del entretenimiento electrónico, en tu propio idioma.

ADMIRAL GRAF SPEE

El Almirante Graf Spee

BLAH BLAH

"El año es 1939. Eres el comandante del nuevo acorazado alemán de bolsillo, el ADMIRAL GRAF SPEE..."

TEH ATLANTIC SEA

Pánico en el Atlántico Sur

PWNAGE

Torpedos de 533 mm. dirigiéndose hacia el objetivo

ROFOLMAO

ROFOLMAO

HEIL YO!

"Felicidades! (...) El Fuhrer está muy satisfecho contigo."

ADMIRAL GRAF SPEE. Año: 1984. Casa: Temptation.

La historia del acorazado de bolsillo alemán Admiral Graf Spee y la de su comandante y capitán, Hans Wilhelm Langsdorff, es una de esas historias que merecen ser contadas una y otra y otra vez, al menos hasta que a alguien le dé por estrenar "El Almirante Graf Spee, el Musical", momento que será para decir, ahí sí: "Hey, ya basta."

Y es que ¿quién no conoce a estas alturas el admirable relato del Admiral Graf Spee, probablemente la embarcación más famosa que hayan tenido nunca los nazis después del submarino del Barón Blitzkrieg y la lancha motora del Barón Zemo?

NOTA: Si no eres lo que se dice un experto en vehículos fluviales y marítimos teutones no te preocupes porque, como ves, has ido a parar al lugar adecuado: esta misma página.

Bien, como casi todos sabréis, el Almirante Graf Spee era un acorazado alemán muy, muy pequeñito, y esto era así no por gusto, sino por haber sido construido según las limitaciones de peso y tamaño que especificaba el Tratado de Versalles de 1919 para los buques de guerra de la Kriegsmarine.

Tales restricciones eran muy estrictas y severas y todo el mundo las observaba y se las tomaba muy en serio siempre, pues tenían como objetivo que Alemania jamás pudiera volver a atacar a las buenas naciones del mundo por río o por mar.

Ah, pero nadie como los alemanes para hacer de la necesidad virtud: tirando al mar todo lo que no era esencial y quitando remache aquí, remache allá, la ingeniería germana volvió a obrar el milagro, obteniendo un barco bastante canijo pero también de lo más "apañao".

Tonelada por tonelada, el mejor en su categoría: moderno, veloz, con diez cañones por banda, radar FuMO 22 y lavabos con retrete, el Admiral Graf Spee era el sueño de todo marinero de ayer en día.

Reconstrucción computerizada del Admiral Graf Spee

Sin embargo, no importa lo avanzado que tuviera el Graf Spee esto o lo otro porque los demás barcos (sobre todo los barcos de los ingleses) parecían no perdonarle a nuestro Graf Spee su reducido tamaño, y le despreciaban y le hacían el vacío, llamándole cosas como "El Almirantillo Graf Spee".

Pero un hombre llegó para cambiar todo eso. Su nombre: Hans Wilhelm Langsdorff.

El comandante Hans Wilhelm Langsdorff era un señor que se llamaba Langsdorff y se ganaba la vida trabajando como capitán de barcos, y fue una suerte que el Admiral Graf Spee y alguien como él se encontraran así de esa manera, pero mira, supongo que para eso está la Marina.

El 21 de agosto de 1939, once días antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial, el Almirante y su capitán zarpaban del puerto alemán de Wilhelmshaven con 1.300 hombres a bordo.

Las instrucciones de Langsdorff eran sencillas: dirigirse hacia los mares del sur y una vez allí aguardar más instrucciones, por lo que en realidad nadie sabía muy bien cuál iba a ser el cometido de la misión.

Aunque la moral entre la tripulación era alta, la tensión en el puente de mando resultaba más que palpable: una leve niebla se levantaba de alguna parte, huy huy huy, qué pasaría?

Pues que el 26 de agosto Langsdorff recibía finalmente sus órdenes: atacar las líneas de abastecimiento enemigas en el Atlántico sur, lo que en la práctica había de convertirlo en el primer corsario nazi del que el asustado mundo tenía noticia.

GPS friendly

Poco más de ochenta días duró su aventura, ochenta días en los que el Graf Spee campó a sus anchas por buena parte de los océanos Atlántico e Índico, hundiendo en su travesía nueve barcos mercantes aliados en total.

En Londres la noticia causó una gran consternación: Los gacetilleros vociferaban por las esquinas los titulares de las últimas ediciones mientras los editoriales de los periódicos se explayaban con las andanzas acuáticas del buque alemán.

Pronto la consternación dio paso al delirio y el delirio, al pánico. Espontáneos histéricos recorrían los pubs gritando: "Ya están aquí los piratas nazis, huid, HUID!!!", y los taxis en conjunto perdían el control y se iban a dar contra las bocas de riego. Incluso se cuenta de un Lord inglés al que se le atragantó un poco el té, sí, así de lejos llegó el Graf Spee...

Pero un hombre llegó para cambiar todo eso ups, eso ya lo he usado.

Hasta que en el amanecer del 13 de Diciembre de 1939, navegando junto a la desembocadura del Río de la Plata, el vigía del Almirante divisó mástiles a proa.

Eran los cruceros Exeter, Ajax y Aquiles, superiores en número de cañones al acorazado alemán, y los tres iban directos a su encuentro.

LA BATALLA DEL RÍO DE LA PLATA

Aunque el capitán Langsdorff tenía órdenes expresas de evitar todo enfrentamiento que pudiera poner en peligro la misión o al propio Graf Spee, quién sabe si por un error de identificación, o por no disponer del 100% de la potencia de sus motores, o por un exceso de confianza al ver que sus oponentes se llamaban "Ajax", "Aquiles" y "Exeter" y eso era un poco como decir "Hércules", "Prometeo" y "Tarragona", lo cierto es que la Historia nos dice que el tío sudó de todo.

Frente a la costa del Uruguay dirimían sus diferencias tres naciones, Alemania, Nueva Zelanda y Reino Unido, en la primera batalla naval importante de la 2ª Guerra Mundial. A bordo del Ajax, el comodoro Harwood comandaba la expedición aliada.

Durante más de una larga y terrible hora lucharon Langsdorff y su tripulación a cañonazo limpio contra la aplastante lógica y la aritmética y la trigonometría, para acabar obteniendo una victoria total y absoluta, incontestable, sin paliativos, tras alcanzar al menos en dos ocasiones al HMS Ajax y destrozar lo suficiente al buque de su majestad Exeter como para necesitar éste dos años enteros de reparaciones (lo que a su Graciosa Majestad, se sabe, no le haría ni puta gracia).

Sin embargo, una última salva del Exeter a la desesperada consigue acertar de lleno al Graf Spee.

En la otra punta del mundo, con la planta de procesamiento de fuel inutilizada y sin poder echar mano de su fiel ayudante, el carguero auxiliar Altmark, Langsdorff concluye que el sueño del Almirante está kaputt.

Haciendo lo que menos podría esperarse de un corsario: envolverse en humo ninja y desaparecer, el Graf Spee pone rumbo a Montevideo.

EL ALMIRANTE EN EL URUGUAY

Ah, el Uruguay, el Uruguay... País de ilimitados recursos, tierra de gloriosas oportunidades, donde el valor de un hombre se mide en cabezas de ganado y el de una mujer por sus números como cabaretera...

El hundimiento del Graf Spee

No obstante en los planes de Langsdorff no estaba dejarse llevar por tales polladas: tras liberar a los prisioneros y enterrar a los muertos con los debidos honores, y una vez agotado el plazo otorgado por el gobierno del Uruguay, el capitán alemán dispone de la tripulación superviviente con destino a la Argentina, mientras él zarpa por última vez con el Admiral Graf Spee. Es el 17 de Diciembre de 1939.

Poco antes de las 8 de la mañana, el acorazado de bolsillo alemán explota en llamas en medio del estuario de la Plata.

Langsdorff se traslada entonces con el equipo de demolición a Buenos Aires, y allí sí: ya solo, en una habitación de hotel raída de humedades y con gritos de parturientas de fondo, se suicida, resultando ser finalmente toda esta historia una pobre excusa para hacer un videojuego (nazi).

Esta fue, en definitiva, la leyenda de una embarcación, el Admiral Graf Spee, y la de su capitán y su tripulación: hombres valientes que no murieron en vano, pues su vida, su lucha y su muerte quedaron recogidas para siempre en un simulador de Amstrad CPC.

CÓMO JUGAR HOY A ADMIRAL GRAF SPEE:

A pesar de que técnicamente el videojuego Admiral Graf Spee resultó ser deplorable ya a las pocas horas de su lanzamiento en 1984 (o sea que imagínate ahora), hay que reconocer que históricamente esta atípica producción de Amsoft trajo paz y descanso a cientos y cientos de hogares.

Más que nada porque como en el juego salían tan alegremente un montón de esvásticas, hubo bastantes skinheads y neonazis que se quedaron metiéndole al Amstrad en la soledad de su cuarto en lugar de estar por ahí en la calle metiéndole a la gente, o sea que mira.

CÓMO SABER DE VERDAD CÓMO JUGAR HOY AL ADMIRAL GRAF SPEE:

Pues ahora mismo me pilláis pero en alguna otra parte de esta sección debería haber un enlace para un emulador de Amstrad CPC y no sé qué de una FTP o algo.

Kriegsmarine, LOSS LOSS!!!

ALMIRANTE GRAF SPEE!

2010, Carlos Miguel Ruiz

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